Por James Hillman

Traducción: Manuel J. de la Calle

 

Charla dada por James Hillman el 20 de Septiembre del 2006 en el Glenn Memorial Auditorium de la Universidad de Emory, en el marco de una conversación con Deepak Chopra en la que se discutieron las causas de la guerra, se examinaron las posibilidades de paz, y se exploró el papel que juega la imaginación en todo ello.

 

Pensando sobre este programa, me pregunto por qué estoy aquí. Y creo que estoy aquí esta tarde por una razón diferente a la que pensaba cuando estuve pensando en ello con anterioridad estos últimos días, estas últimas tres semanas. Estoy aquí por la imaginación americana. Estoy aquí menos por la guerra y la paz, creo, que por este enorme y trágico horror que es la imaginación americana. La falta de ella. La pérdida y la ausencia de ella. Y eso es realmente una forma de anestesia estética en el país. Y eso es lo que realmente me trae aquí y lo que me mueve.

Si no imaginamos, conseguimos Irak. Conseguimos Nueva Orleans. Conseguimos irresponsabilidad criminal. McNamara dice "el fallo de la imaginación". McNamara, La Niebla de la Guerra (The Fog of War), que dirigió el departamento de defensa durante el mandato de Kennedy, y después durante el de Johnson, la guerra de Vietnam: "Podemos ahora comprender estas catástrofes por lo que fueron. Esencialmente los productos de un fracaso de la imaginación".

Donald Rumsfeld, hablando sobre la sorpresa y sus consecuencias, dijo: "Es debido a la pobreza de espectativas, el fallo de la imaginación". Y el director de la Agencia Nacional de Seguridad, Michael Hayden, dijo sobre las Torres Gemelas: "Quizás fue más un fracaso de la imaginación esta vez, que la última". La última refiriéndose a Pearl Harbor.

El fallo de la imaginación. ¿Qué nos pasa? ¿Qué es este fallo o fracaso de la imaginación? Keegan, uno de los grandes escritores sobre la guerra, dijo que uno de los aspectos esenciales de la guerra es la crueldad deliberada. Crueldad deliberada, no crueldad accidental. No la crueldad de los accidentes, percances, etc., sino la crueldad deliberada. Y esto es lo que obtenemos cuando planificamos y no imaginamos.

Sabemos cómo planificar. Podemos planificar un bombardeo de saturación de diez mil bombas. Podemos usar las grandes palabras conceptuales como evacuación. Podemos hablar sobre el puente. Pero no podemos imaginar qué ocurre en los corazones de las víctimas. O qué ocurre en los corazones de la gente real.

Nueva Orleans inundación 2005
Nueva Orleans, 31 de Agosto del 2005. Gente caminando a través de las aguas de la inundación hacia zonas más altas. (FEMA/Marty Bahamonde)

Por ejemplo, ya que Nueva Orleans está en la mente de todos, se le dice a la gente que evacúe. Evacuación obligatoria. ¿Pero alguien imagina que quizás no tengas el dinero para la gasolina? ¿O tener un coche? Eso es imaginación, no planificación. Somos excelentes planificando. Pero ¿podemos imaginar?

¿Podemos imaginar las consecuencias duraderas de la guerra? Las idas y venidas de la gente. El desperdicio. Las vidas perdidas y desperdiciadas. Las heridas con las que hay que cargar para siempre. Los daños psíquicos para siempre. La vida de cada persona, su cuerpo, su familia, su vecindario, cargando con las heridas. Todavía estamos cargando con las heridas de Vietnam, profundamente, pesadamente, implacablemente.

Y una cosa más que tenemos que comprender es que el control y el mando, que son fundamentales en nuestra manera de pensar y hacerse cargo, el control y el mando fallaron completamente en relación a Nueva Orleans. Y claramente no están funcionando en Irak. Así que uno tiene que pensar cómo... cómo reforzamos y reconstruimos el control y el mando... cómo re-imaginamos qué es esto. Y por qué no funciona. Qué falla en relación al corazón humano, respecto a eso.

Entonces, al ir a la guerra, que es lo que creo que tenemos que hacer, nosotros que estamos aquí en parte por la palabra "paz" del título de este evento, es decir, nosotros que somos palomas en el corazón, que de veras queremos la paz, somos los que debemos volvernos hacia la guerra y pensar profundamente en ella. Porque si no lo hacemos, dejamos la guerra a los halcones. A las escuelas y universidades de la guerra. A los planificadores de la guerra. La dejamos a Kristal, a Wolfowitz y compañía. La dejamos a los belicistas si aquellos que están entregados a la paz, y desean la paz, no ponen sus mentes en la profundidad de la importancia de la guerra.

Debemos recordar ahora que Kant, Immanuel Kant el filósofo, dijo que la guerra es... "el estado natural de los seres humanos es la guerra". El filósofo francés Levinas dijo: "el Ser se revela a sí mismo como guerra". Quizás él estaba retrocediendo a Heráclito en los comienzos del pensamiento occidental, que dijo: "la Guerra es el padre de todas las cosas".

En otras palabras, estos son pensadores muy profundos que han dicho que la guerra es la primera cuestión... La guerra, la primera cuestión. Pensar nosotros en su verdad. En su realidad. Y si no acometemos este tipo de pensar, sólo podemos oponernos a la guerra — o hacer nuestro camino a través de la guerra — yendo a la guerra.

Tenemos que ir a la guerra con la mente. Y esa es la parte dolorosa de ello. Que tú, tú mismo, sintiéndola e imaginándola, sufras y seas dañado por ella. No simplemente como un testigo de espectáculos televisivos, sino dándose cuenta de la implacable, eterna, fuerza arquetípica que viene. Que hay más guerras en la historia escrita, que años en la historia escrita. Los números de las guerras. El hecho de que las guerras han estado con nosotros desde el comienzo de los tiempos, y continúan estando con nosotros a lo largo de este siglo. Incluso ahora, mientras estamos aquí sentados, hay no sé cuántas guerras en marcha en diferentes partes del mundo.

tiroteo Escuela Secundaria de Columbine
Imagen de una cámara de seguridad del tiroteo de la Escuela Secundaria de Columbine

Así, como digo, la imaginación americana está interesada en planificar, en el control y el mando, y en encontrar hechos. Piensen en Columbine, piensen en la escuela de Colorado. ¿Qué pasó con Columbine? Acordonaron el lugar. Quitaron los agujeros de las balas. El estudio de Columbine consistió en cuánto tardamos en llegar allí. ¿Cuánto más pronto pudieron llegar los policías allí? ¿Por qué pasó esto? ¿Cuántos agujeros de bala había allí en las paredes? Todos ellos fueron contados. Todos los hechos fueron reunidos. Pero imaginar qué estaba sucediendo en los corazones de aquellos chicos, ¿dónde está eso?

Sartre dijo: "Aquel que empiece con los hechos, nunca llegará a las esencias". Eso es. Es llegar a la esencia de los asuntos. Los hechos no nos llevan a las esencias. Reunimos los hechos. Tenemos comisiones de investigación para reunir hechos, después de cada suceso. Pero ¿imaginamos?

Y entonces la imaginación continúa subterráneamente en forma de teorías conspiratorias. El asesinato de Kennedy fue tratado desde el punto de vista de los hechos en el Informe Warren. Cada maldita posibilidad sobre cómo las balas entraron, y salieron, y atravesaron otra cabeza más, etc., etc., ha sido registrada y anotada. Tenemos todos los hechos. Pero eso no hace nada a la imaginación, que continúa y continúa y continúa en teorías conspiratorias.

Así, mi súplica es para que se imagine. Ahora, ¿cómo imaginamos? ¿Y qué es imaginar? No es simple la forma como yo la entiendo. Es entrar en el corazón del Otro. Es una actividad en el misticismo islámico. Es una actividad del corazón. El corazón imagina. Pero no es simplemente "sentir" dentro del Otro, como aprendemos en psicoterapia; empatía, compasión, etc. Es algo diferente a la compasión, porque no se relaciona tanto con el sentimiento como con imaginar al Otro.

¿Podemos imaginar al Otro? ¿Imaginar al enemigo? ¿Imaginar lo que él y ella y ellos están viviendo, y pensando, y creyendo?

Si pensamos en Irak, entonces tenemos que pensar: ¿por qué la insurgencia? ¿Qué hay en el corazón de la insurgencia? Y entonces daríamos un paso atrás, y pensaríamos dónde estamos nosotros en relación a lo que hay en el corazón de ellos. No el miedo en nuestro corazón, sino lo que hay en su corazón, el de ellos.

Y si pensáis en ello... si os metéis en ello... vemos a nuestros hombres exponiéndose a sí mismos a terribles riesgos en las calles de Bagdad, o Faluya, o Najaf, etc. Pero imaginad su apariencia si sois iraquíes. Estos grandes tipos con sus uniformes y sus armas y su equipo y sus cosas. Hay un tipo de insulto estético en una cultura que tiene una manera estética de mirar al mundo. Algo sobre lo que incluso no sabemos nada. No conocemos las lenguas, tenemos una gran escasez de traductores... Conocéis todo esto; es noticia. Pero lo que yo estoy intentando decir es que hay formas de imaginar cómo aparecemos ante ellos. No nuestras teorías, no nuestra política, no nuestros ideales, no es eso lo que quiero decir. Nuestra presentación estética, nosotros tal y como somos; qué es eso para otras personas.

Tenemos que pensar como, digamos, antropólogos en un viaje de estudio, para entrar en cómo somos percibidos, vernos desde el otro lado, ése es el tipo de representación o trabajo imaginativo que estoy requiriendo.

Y todavía no quiero hablar sobre la paz. Creo que eso surgirá en nuestra discusión. Ahora quiero de verdad decir algo sobre el amor, y la importancia del amor en la guerra. Lo que a menudo hemos olvidado es el hecho de que amamos la guerra. Hay amor en la guerra entre los soldados; hay amor por la guerra: la marcha hacia la guerra. Y hay amor a la guerra en sí misma. La guerra está enamorada de sí misma, y quiere continuar y continuar y continuar...

Hay un cierto tipo de amor que pertenece a la guerra. La guerra tiene su propio amor. Tiene su propia belleza. Y hay muchos ejemplos de la caridad, la piedad, la nobleza del alma, el sacrificio de uno mismo por el otro, la relación entre los amigos — estos amigos pueden ser hombres y mujeres, no necesariamente sólo hombres. Y este tipo de dulzura emocional que algunos dicen que nunca han sentido en su vida en ningún otro momento, excepto en medio de la batalla.

También han sentido miedo y horror y sufrimiento, sí, no niego eso, pero lo que necesitamos recordar es que hay un tipo de amor allí que supera, para algunos que lo han vivido, supera todos los otros tipos de amor. No quiero leer pasajes de eso. Tengo mucho de eso en mi libro titulado "Un terrible amor por la guerra". Pero ahí está. Y hay una belleza, un amor por la belleza de la guerra, que abruma a la gente.

Mientras la armada aliada se movía hacia las playas del norte de África, Ernie Pyle, uno de los grandes escritores de la Segunda Guerra Mundial, escribió: "Hora tras hora permanecía junto a la baranda contemplando un casi asfixiante sentido de la belleza, y el poder me envolvía". Un miembro del personal de Patton en Sicilia escribió a su mujer: "y hablando de cosas maravillosas, el apogeo y quizás la más bella y satisfactoria vista que he contemplado nunca, fue un bombardero enemigo en llamas desparramándose él mismo y sus ocupantes contra el lado de una montaña. Dios, fue magnífico".

Ése es un sentido de la belleza que la gente no quiere aceptar. Que ellos se estremecen, que encuentran algo inigualable, sublime, en medio de la guerra. Así, si no entendemos la atracción, si no entendemos la atracción de la guerra, seguiremos siendo inocentes. Y ésa es nuestra adicción americana: la adicción a la inocencia. Ésa es nuestra única adicción. No son las drogas, no es la marihuana, etc. Es la adicción a no saber. No querer saber.

Marte y Venus en El Parnaso
Marte y Venus en el cuadro de Andrea Mantegna "El Parnaso"

Así, podemos hablar sobre acabar la guerra y tener la paz, pero hay algo sobre el Dios de la Guerra, que atrae. Marte era siempre emparejado con Venus. Venus es belleza, atracción, seducción, encanto, placer... Y si no entendemos eso, si simplemente nos apartamos y decimos "la guerra es horrible, no puedo mirar", seguimos siendo niños.

Entonces, hay muchos tipos de guerras y hay muchos tipos de amor. Y uno de los aspectos ha sido dicho por un filósofo francés, Foucault, que "lo que la guerra ofrece es un máximo de intensidad y un máximo de imposibilidad al mismo tiempo". Eso está muy cerca de una intensa, estética, experiencia mística.

Un máximo de intensidad. Por eso cuando ellos vuelven no pueden hablar sobre ello, porque estaban en otro plano, en otro estado. Un máximo de intensidad y un máximo de imposibilidad. Muerte y amor al mismo tiempo. Eros y Tánatos en el lenguaje de Freud.

Y así es el combate en la batalla para algunos, y a menudo así lo describen muchos en diferentes culturas: el momento más sublime y romántico. Comparable solamente al enamoramiento en lo sexual. Apasionadamente. En otras palabras, el aspecto Venus del par Marte-Venus. La imaginación mítica que toma el poder.

Ahora, la tercera parte que quiero enfatizar es que la guerra trasciende los motivos humanos.

Moderador: Tiene sólo un minuto más.

De acuerdo. Nos saltaremos eso. Iremos a otra cosa. Debería haber tenido dos minutos.

Bueno, a parte del hecho de que es arquetipal, trascendente y que como Barbara Ehrenreich dice, "la guerra sólo quiere una cosa: continuar". Y por lo tanto son tan imparables y tan ingobernables. La guerra quiere continuar.

Pero hay correas que uno puede ponerle al perro loco, y creo que tendríamos que llegar a ello cuando tengamos nuestra conversación. Qué correas humanas puedes poner a lo que Shakespeare llama "el perro loco de la guerra". Qué correas humanas. No las causas y motivos humanos. Sino qué podemos hacer para aminorarlo o contenerlo.

Ahí está mi minuto. Gracias.

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